Con desestimación inocultable,
imprecisión pululante,
la psique que poco engaña,
transciende en la ausencia,
de una real agitación.
¿Será certero lo diáfano del llamado?
¿La necesidad es real o acaso es una necesidad ficticia?
Como último recurso que desespera en el fracaso exiguo.
La reminiscencia de las llamas añejas,
lo sórdido de las caricias lindantes,
la imagen que no cesa,
el precepto indisoluble,
la esencia de su pronombre en tu piel.
El aquello que aún coarta mis ansías,
sobrepongo imágenes,
un acto de edición anegada,
yuxtaposición de redes impersonales
aún saturan mis callejuelas de placer.
imprecisión pululante,
la psique que poco engaña,
transciende en la ausencia,
de una real agitación.
¿Será certero lo diáfano del llamado?
¿La necesidad es real o acaso es una necesidad ficticia?
Como último recurso que desespera en el fracaso exiguo.
La reminiscencia de las llamas añejas,
lo sórdido de las caricias lindantes,
la imagen que no cesa,
el precepto indisoluble,
la esencia de su pronombre en tu piel.
El aquello que aún coarta mis ansías,
sobrepongo imágenes,
un acto de edición anegada,
yuxtaposición de redes impersonales
aún saturan mis callejuelas de placer.
1 comentario:
Pues sí Jorge, las redes nos la colocamos nosotros mismos, cada uno tiene la posibilidad de ser libre si es que se quiere ser libre, a veces hay unas simbiosis neurótica entre el victimario y la víctima...
Y se hace cual síndrome de Stockholm, te haces parte de tu "supuesto" secuestrador...hasta que la simbiosis no permite separate del todo.
Bajaste el telón, pues no lo hagas me gusta, ver pequeñas partes, como un penitente observa con frenesí las aguas del desierto, en plena faena de ascenso*
Veamos en qué más crees.
Saludos desde acá. Jenn
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