En tiempos de choque, en tiempos distantes, en tiempos de luces, en tiempos tenebrosos, en tiempos de cercanía, en tiempos de cansancio, en tiempos de poca sorpresa, en tiempos donde agotaste la novedad y te convertiste en la misma neurona que pulsa la fibra de siempre.
Cuán giratoria puede ser tu imagen, sólo termina en el mismo punto. Lugares afamados, atmósferas sin brillo, habitantes de lunas de metal, vacíos en sus danzas errantes.
Próximo al declive,
el altar se envileció,
el terreno infértil,
la siembra no próspera.
En tiempos de cambios, la arena y las hojas de otoño sacuden con poca ligereza el suplicio del penitente, de poca convicción, intoxicado en su identidad.
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar
yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad
la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar.
Un faro para,
sólo de día,
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
para que se vea desde alta mar.
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