Entumecida bajo las alas de lo indecible y la apatía.
-Prófuga de la justicia mental-, sin atajo alguno que reconsidere la vía láctea perdida por la profusión de los fonemas.
En la privacidad de tu cubículo que demarca el compás de tus latidos nocturnos. Me apena el andar inquieto del aspa agrietada de aquel molino.
Contraes la minúscula dejadez en el torbellino de tu saber profundo. Continuamente seré y estaré analizada en el libro de nuestro plural que sin descanso se hace singular.
Acaso como esfinge de hojalata, -tus memorias flanquearán el asalto de lo que resta- ¿me diriges como un dios que busca el sacrificio de loto en sus penitentes?
Extraño el arraigo que tengo dentro de ti, al discernir tus manos sobre la raíz con movimientos leves disímiles, te afectas por las flechas irretornables de mis labios. Prefacio irreal, mantra confuso, acantilado a dos aguas, acostumbré a regar las hojas de la frasada, suelo hacer el café para dos y jugar con tu ausencia.
-Prófuga de la justicia mental-, sin atajo alguno que reconsidere la vía láctea perdida por la profusión de los fonemas.
En la privacidad de tu cubículo que demarca el compás de tus latidos nocturnos. Me apena el andar inquieto del aspa agrietada de aquel molino.
Contraes la minúscula dejadez en el torbellino de tu saber profundo. Continuamente seré y estaré analizada en el libro de nuestro plural que sin descanso se hace singular.
Acaso como esfinge de hojalata, -tus memorias flanquearán el asalto de lo que resta- ¿me diriges como un dios que busca el sacrificio de loto en sus penitentes?
Extraño el arraigo que tengo dentro de ti, al discernir tus manos sobre la raíz con movimientos leves disímiles, te afectas por las flechas irretornables de mis labios. Prefacio irreal, mantra confuso, acantilado a dos aguas, acostumbré a regar las hojas de la frasada, suelo hacer el café para dos y jugar con tu ausencia.
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