jueves, 4 de septiembre de 2008

Manual del insoportable



Lección #22: Su atención Por favor


Tipo: Actitud
Nombre científico: Atentionem captator
Nombre vulgar: Centro de mesa

Conocida con múltiples nombres a lo largo y ancho del planeta –florero, centro de mesa, pintamonos y muchos otros –esta actitud es número fijo a la hora de espantar a quienes lo rodean, y consiste básicamente en llamar la atención desmesuradamente.

La primera etapa consiste en atraer las miradas. Hablar muy alto –se necesitan varios decibeles por sobre el promedio, por lo que si el ambiente es ruidoso deberá esforzarse– es un buen comienzo. Si no dispone de un interlocutor a quien gritar, simplemente finja una conversación con su teléfono móvil, con un tono de voz elevado, como si nadie más estuviera presente. La fila del banco es el lugar ideal para iniciarse en las prácticas.

Pasar a un segundo estadio es urgente, ya que atraer la atención no basta. Una vez captada, hay que aprovecharla. Y es aquí donde debe sacar a relucir lo mejor de su repertorio: chistes añejos de los que sólo usted se ría, ojalá estruendosamente, e historias familiares que a nadie interesan, todo manteniendo los altos decibeles practicados en el primer paso, son justo lo que necesita para convertirse en un ser detestable.




Lección #20: Sabiduría prestada




Tipo: Actitud
Nombre científico: Atentionem captator
Nombre vulgar: Centro de mesa

Conocida con múltiples nombres a lo largo y ancho del planeta –florero, centro de mesa, pintamonos y muchos otros –esta actitud es número fijo a la hora de espantar a quienes lo rodean, y consiste básicamente en llamar la atención desmesuradamente.

La primera etapa consiste en atraer las miradas. Hablar muy alto –se necesitan varios decibeles por sobre el promedio, por lo que si el ambiente es ruidoso deberá esforzarse– es un buen comienzo. Si no dispone de un interlocutor a quien gritar, simplemente finja una conversación con su teléfono móvil, con un tono de voz elevado, como si nadie más estuviera presente. La fila del banco es el lugar ideal para iniciarse en las prácticas.

Pasar a un segundo estadio es urgente, ya que atraer la atención no basta. Una vez captada, hay que aprovecharla. Y es aquí donde debe sacar a relucir lo mejor de su repertorio: chistes añejos de los que sólo usted se ría, ojalá estruendosamente, e historias familiares que a nadie interesan, todo manteniendo los altos decibeles practicados en el primer paso, son justo lo que necesita para convertirse en un ser detestable.





Lección #19: Insoportablemente positivo

Tipo: Actitud
Nombre científico: Positivus extremus
Nombre vulgar: Imbécil buena onda

Aunque, tal como se viera en la lección #4 de este Manual, el pesimista o catastrófico es un ser insoportable, tanto o más repulsivo es el excesivamente optimista, el positivo militante, ése que está seguro de que puede encontrar lo bueno en cualquier cosa.

Una gran forma de volverse insoportable, por lo tanto, es convertirse en un ser con una sonrisa permanente de oreja a oreja, que ni siquiera pierde ante las peores situaciones, insultos o golpes. Intente, por ejemplo, mostrar dicha sonrisa en funerales, accidentes u otro tipo de desgracias, insistiendo en que “algo bueno saldrá de todo esto”.

Mantenga la sonrisa, que eventualmente se hará permanente sin necesidad alguna de esfuerzo, y salude a sus interlocutores con frases como “qué rico, qué rico, qué rico verte” (es importante la repetición), o “qué bueno que hayas venido, no sabes el gusto que me da”. Por cierto, mientras menos conozca al destinatario de las frases, mayor será su efecto repelente. Aproveche el instante para ejecutar simultáneamente la lección #13, sobando la espalda o arreglando el peinado de la contraparte, para acentuar el efecto.

Luego de repetir las citadas frases algunas veces, de seguro se llevará más de un insulto, probablemente de grueso calibre. Es su oportunidad para ir más allá y convertirse en un profesional: no caiga en la tentación de indignarse, ofenderse, ni siquiera de hacer una mueca de desagrado o reprobación. Antes bien, acentúe la sonrisa y dé las gracias a quien lo insulta, con una frase del tipo “te agradezco tu sinceridad, no es común encontrarse con gente tan transparente”. Si quiere definitivamente graduarse en esta técnica, no deje al insultante salir del asombro y noquéelo con un cierre soberbio: “Además, te agradezco doblemente, porque estoy seguro de que lo que me dices me ayudará a crecer como persona”.

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