viernes, 20 de febrero de 2009

Efervescencia

La marea,
decrece y aumenta
en la osadía de los cables embalsamados.

El ocaso apeltrechado en el asfalto y el mármol.

Cada esquina en su afamada ovación,
recibe al dueño,
su acompañante,
tomada de la mano derecha y de la izquierda,
héroes del ayer mordidas del ahora.

Puños rasgados,
carcomidos en las líneas
de sus gritos silenciados de la noche póstuma.


Se eleva el remanente
con el desborde del hábitat adentrado,
gemido en el agite del pecho desprovisto,
sola una franja piramidal.

Un pacto consagrado,
las pupilas se acercarán
en el engranaje no oxidado,
del eje acaudalado que sacia con migajas al relojero.



No hay comentarios: