jueves, 20 de agosto de 2009

En medio


De mi nueva soledad, la de antes ya no es tan novedosa, comprendí que ésta va cambiando de forma y de tacto. La reciente te hace distinto, sin nombre, sin continente, sin identidad, sólo algo aparente. La que no tiene rostro ni manos, su vacío táctil su longevidad habitual ya no da mucha risa.

Librada de manos y posesiones terrenales, cada domingo suelo jugar con el aroma de lo indescifrable, pudor inhóspito, mis formas convergen en un nuevo yo. Me extraño en el sedimento que se instala en mi nuevo hogar. Alterno entre avatares intransigentes y abro mi corazón a un nuevo hallazgo.